Existe un solo Cristo, el Alfa y el Omega:
En el siguiente dibujo se ve que hay varios espejos perfectos, cada uno de los cuales refleja para la humanidad el Espíritu Santo que proviene de Dios. Es imposible creer que cuando Jesús dijo “Antes de Abraham fuese, Yo soy” (S. Juan 8:58) que haya estado hablando de su cuerpo físico. Todos saben que su Madre fue la Virgen María. Si hubiese estado hablando de su cuerpo físico, ¡la Virgen María habría sido más anciana que Abraham! Por tanto, queda claro que se refería a su espíritu eterno.
Esta es la realidad del Cristo Universal, que aparece en Abraham, en Moisés, y también en otros Mensajeros de Dios como Krishna, Buda, Muhammad, el Báb y Bahá’u’lláh. Esto demuestra la unicidad esencial de estos Mensajeros. En este dibujo el cuerpo del Mensajero es representado por el espejo, mientras que el reflejo del sol es el “espíritu vivificador”. “Espíritu vivificador” significa “espíritu que da vida”. Si este espíritu existía antes de Abraham, también existe en la actualidad. Al decir que “Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre”, estamos hablando de ese espíritu.
En la Biblia, Cristo es comparado con un Gobernador o Rey, cuyas “salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad” (Miqueas 5:2). De hecho, este “espíritu dador de vida” ha aparecido en la tierra, no una sino varias veces en la historia de la humanidad, en forma de los Mensajeros de Dios que han fundado las diversas Religiones Mundiales. Los Mensajeros de Dios tienen diferentes individualidades, distintos cuerpos, diversos nombres, aparecen en varios lugares y tiempos, y sus enseñanzas sociales difieren según las necesidades de la edad en que aparecen. Esta es la estación de distinción de los Mensajeros de Dios.
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