30. Señales de la Primera Venida de Cristo

Veamos primero qué tan difícil fue para los Judíos reconocer a Jesús como el Prometido Mesías o Cristo (del griego). En el siguiente gráfico, vemos como los Judíos esperaban que el Mesías estuviese sentado sobre el trono de David, siendo regente del Reino de Israel. Su nombre sería Emmanuel. Era muy difícil para ellos darse cuenta de que Jesús cumplía estas profecías en una forma espiritual. ¿Llegó Jesús la primera vez entre nubes? ¡Sí! Las nubes simbolizan las dificultades que tuvieron los Judíos para reconocerle a Jesús. Del mismo modo, una nube obstruye la vista del sol.

¡Pero hay más! Al indagar más profundamente, encontramos que las señales para su Primera Venida son exactamente las mismas que para su Segunda Venida. Eso se explica en detalle en “Renovación de la Cristiandad”, Volumen 3. Por ejemplo:

1. Jesús bajó del Cielo la primera vez: “Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.” (S. Juan 3:13) En este versículo, Jesús confirma claramente que Él estaba en el cielo. Para Jesús, el cielo no es la atmósfera ni el espacio encima de nuestras cabezas. “Porque he descendido del cielo”. (S. Juan 6:38). Por supuesto, los Judíos se burlaban de Él y decían: “¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido?" (S. Juan 6:42)

2. Jesús llegó inesperadamente (como un ladrón en la noche), ya que muy pocas personas lo reconocieron durante su vida. Los líderes religiosos tenían el deber de “guiar a la gente” como las “estrellas nos guían de noche”. Cuando llegó Jesús, aquellas guías religiosas se opusieron a Él. Este es el significado espiritual de la mención bíblica de la “caída de las estrellas” y el “oscurecimiento del sol”.

3. Jesús llegó con poder y gran gloria: Jesús confirmó que ya había cumplido la señal de que venía con poder y gloria, al decir: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” (S. Mateo 28:18). Jesús oró al Padre y agradeció a Dios por haberle dado “potestad sobre toda carne” (S. Juan 17:2).

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