Si se ha de reunir la humanidad en una Fe Universal, es esencial que todos obtengamos una mejor comprensión de las verdades que se hallan en las demás religiones del mundo. Por tanto, en la Fe Bahá’í, los Cristianos no pierden su amor a Jesús, ni los Musulmanes tienen que negar a Muhammad. Se reconoce que cada Mensajero de Dios trae enseñanzas, que son necesarias y comprendidas por la gente que vive en una época en particular, en una cultura específica.
La diferencia entre estas enseñanzas se debe a que las necesidades y capacidades humanas cambian a me¬di¬da que maduramos. Pensemos en el crecimiento de un bebé. La mejor comida para los bebés es la leche. Cuando el bebé crece, aprende a comer alimentos blandos. Al desarrollarse sus dientes, puede comenzar a ingerir comidas más sólidas. Padres sabios solamente le darán a su hijo la comida que puede masticar y digerir fácilmente. De la misma manera los Mensajeros de Dios nutren a la humanidad con el alimento espiritual (Sus Enseñanzas) que mejor se adapte a sus necesidades. Al estudiar las enseñanzas originales de cada religión, se observa que en su esencia, todos los Mensajeros de Dios trajeron un mensaje de amor y unidad. Sin embargo, debido a que los seguidores vivían muy lejos los unos de los otros en tierras distintas, con distintas costumbres, ellos no entendieron el principio básico que la base de todas las religiones es una.
El siguiente ejemplo es dado para ayudar a comprender la relación entre Dios, Sus Mensajeros y la Humanidad. Los Mensajeros Divinos pueden compararse con los maestros en una escuela. Dios puede ser comparado con el director y las gentes son los estudiantes en esa escuela. A media que crece el niño, progresa del primer grado al segundo grado, al tercero, etc. En cada grado tiene un maestro diferente que le enseña cosas nuevas, pero siempre basándose en lo que su maestro anterior le enseñó. El maestro del sexto grado no es mejor que el maestro del primer grado. Son iguales en su nivel de conocimiento, pero cada uno enseña de acuerdo a las necesidades y capacidades del niño. Por ejemplo: un maestro de primer grado enseñará los números. Al aumentarse la capacidad del niño para aprender, entonces aprenderá a sumar. En el tercer año el estudiante aprenderá a multiplicar y más adelante a dividir. Paso por paso, progresivamente, el niño aprenderá más. Tanto el maestro del primer grado como el del sexto grado son necesarios para la educación del niño. De la misma manera, todos los Mensajeros Divinos son necesarios para la progresiva educación Divina de la humanidad. Los Bahá’ís denominan “Revelación Progresiva” a esta educación divina gradual que comenzó en el pasado, llega al presente y continuará en el futuro.
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