El Diablo es el obstáculo en el camino hacia Dios:
La palabra “Satanás” es un vocablo hebreo que significa ‘obstáculo’, un adversario que bloquea el camino. De hecho, en el camino hacia Dios encontramos un obstáculo llamado Satanás (cuyo símbolo es una víbora). En la Fe Bahá’í, Satanás simboliza la maldad o el pecado que nos mantiene alejados de Dios.
Los Bahá’ís también creen en el poder de Satanás. Toda nuestra vida es una batalla con Satanás, o este ‘adversario’, que en realidad no es más que nuestra naturaleza inferior o mundana. Pablo escribe en términos similares acerca de Satanás como obstáculo para la salvación. Nos dice que no podemos culparle al diablo por lo que sale mal. En Gálatas 5:19-22, habla de la batalla entre “las obras de la carne” y “los frutos del espíritu”:
“Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza…”
Compartiendo los Escritos Bahá’ís:
“Sin embargo, las amplias diferencias que existen entre la humanidad y el predominio de la sedición, la contienda, el conflicto y similares, son los principales factores que provocan la aparición del espíritu satánico. Empero, el Espíritu Santo siempre ha rechazado tales asuntos. Un mundo en el cual no se percibe más que la lucha, los pleitos y la corrupción está destinado a convertirse en la sede del trono, el metrópolis mismo, de Satanás” (Bahá’u’lláh: “Tablets of Bahá’u’lláh”, pp. 176-177).
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